Nos marchábamos, regresábamos siempre, del arista Erick Meyenberg con la curaduría de Tania Ragasol, dialoga con la temática general Extranjeros por todas partes, planteada por el director del Sector de Artes Visuales y curador de la Exposición Internacional de Arte – La Biennale di Venezia, Adriano Pedrosa. La propuesta destacó por su fuerza conceptual, teórica y artística, al abordar el asilo migratorio como parte fundamental de la historia de México: un país donde la diversidad cultural enriquece las miradas de quienes buscan derribar muros y fronteras mediante el arte, y que ha sido reconocido internacionalmente por abrir sus puertas a refugiados que, por motivos políticos, sociales o económicos, debieron abandonar sus lugares de origen, permitiendo la llegada de familias enteras provenientes de distintos contextos.
La videoinstalación, concebida específicamente para el Pabellón de México, buscó evocar de forma poética tanto el desplazamiento como el arraigo, a través de escenas que remiten a las reuniones familiares en torno a la mesa: la comida, las charlas, la música, el sentido celebrativo de la vida e incluso la solemnidad de la ausencia, las partidas y los regresos, o el acto de compartir sueños sobre un futuro más favorable para todos. Son condiciones humanas que resuenan con la experiencia de las personas migrantes en todo el mundo. Como señala la curadora Tania Ragasol: “La mesa ha quedado tendida, como un monumento, para los migrantes que están por venir”.
Este proyecto también tiene como objetivo activar un ejercicio de memoria comunitaria en torno a la asimilación y la permanencia, a lo que se va y lo que permanece como consecuencia de los movimientos y las ausencias. Es un homenaje y una invitación a valorar lo extraño como punto de partida para imaginar nuevas posibilidades desde la nostalgia en lo íntimo común: un beso, un saludo o un adiós como expresiones vitales y universales más allá de las fronteras.