Para representar a México en la 55ª Exposición Internacional de Arte de la Bienal de Venecia se presentó la pieza Cordiox, de Ariel Guzik, con curaduría de Itala Schmelz, instalada en la Iglesia de San Lorenzo.

Cordiox (nombre derivado de “cuerda” y “corazón”) es una máquina-instrumento cuyo núcleo consiste en un cilindro hueco de cuarzo fundido de cuatro metros de altura, articulado a un conjunto de cuerdas mediante un sistema de puentes de madera. Ubicada en la iglesia de San Lorenzo, la obra buscaba establecer un diálogo sonoro con el espacio, describiendo melódicamente su entorno a través de una cadencia tonal sutil y expansiva. La instalación era capaz de abarcar acústicamente toda la superficie interna y el ambiente del recinto. El agua, el calor y los pasos del público eran capturados por su mecanismo, transformándose en armonías que generaban experiencias sensoriales irrepetibles.

La pieza fue concebida a partir del amor por la naturaleza, la nostalgia por los mecanismos análogos y el interés del artista en vincular arte y ciencia. Gracias a tres décadas de investigación y experimentación de laboratorio, Guzik logra transportar al espectador hacia la fantasía y reflejar las reacciones empáticas entre los seres y las cosas. De este modo, propone una ciencia que contradice el principio moderno de funcionalidad y se orienta, en cambio, hacia el contacto sensible y la producción de experiencias.